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Reina de las Hadas

 

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... continuacón de Historia de las Geishas

Uno de los principales retos de la profesión es aprender a ocultar lo que les gusta o les disgusta bajo una apariencia amable. Se las contrata para complacer a los clientes, manteniendo conversaciones que sean de su agrado, normalmente relacionadas con las artes o con la profesión de estos. Así pues, se espera que estén versadas en política y literatura, en tradiciones como la ceremonia del té o los arreglos florales y en disciplinas artísticas como la poesía, la pintura, la caligrafía, etcétera. En el momento oportuno de cada banquete, las maiko o geiko actúan: una de ellas baila y otra toca el shamisen (instrumento de cuerda tradicional) y canta.


Según la tradición, las geishas no se pueden casar mientras ejercen su profesión. Viven en comunidades de mujeres, entre madres y hermanas. Suelen tener experiencias sexuales ya de jóvenes, a menudo con clientes que les hacen de mecenas, pero no conviven con sus amantes. Cuando una mujer se convierte en geisha, se vuelve sibarita y derrochadora, y luego le cuesta mucho adaptarse a la sociedad normal, transformarse en una trabajadora diurna o en una ahorradora ama de casa. Una vez retiradas, no todas se casan o viven en pareja. La organización de una okiya recuerda la de un convento, y la comparación con las monjas no es del todo desacertada, pues tienen en común el hecho de ser dos grupos marginales que poseen una imagen socialmente muy definida. Se han dado bastantes casos de geishas que se han retirado a conventos budistas.

Actualmente, las madres de los salones son muy conscientes de lo difícil que resulta encontrar chicas jóvenes que deseen convertirse en verdaderas geishas. Por eso se ha abandonado la férrea disciplina a la que antes eran sometidas ya desde la infancia, y en cambio se intenta que las experiencias resulten agradables para las aprendizas. El mimo ha reemplazado al sufrimiento: madres, clientes y hermanas mayores se desviven porseducir a la joven maiko para que esta no abandone la profesión. Antes incluso de que estén preparadas, las madres de las okiya envían a las aprendizas a fiestas a las que asisten estrellas de cine o de kabuki a fin de que queden deslumbradas.

Conscientes de que sufrir por el arte no está de moda, los más viejos consideran que en el mundo de las geishas han desaparecido los modales, que la destreza artística ya no es la misma y que ya no se habla con un lenguaje refinado. Justo lo contrario de lo que piensan los japoneses modernos, que consideran que las geishas están sometidas a una disciplina espartana.

Fuente: clio

 

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